Oportunidad o Desafío:

Kar Lóprec
7 min readOct 30, 2019

Músicos del siglo XXI en contacto con la hiperconectividad.

Ilustración por SAKERINOX

Desde niña, fui una melómana aficionada al formato físico. En mi hogar, si algo se coleccionaban (además de tazas y vajillas) eran discos en cualquiera de sus formatos. En la pre- adolescencia, ahorraba los pesos que reunía semana tras semana para encargarle a mi hermana (quien cursaba su carrera universitaria en la CDMX en ese entonces) para que me consiguiera ediciones especiales, o las versiones editadas en Japón de mis bandas favoritas en los mix up de la ciudad defeña. Era un orgullo tener en mis manos estos CD’s y eran mi tesoro. Siguen siéndolo hasta hoy en día.

Actualmente conservo una colección significativa de discos compactos y acetatos que están divididos en tres categorías: Originales, no originales y copias realizadas en mi pc, que pasé al formato compacto en mp3; en pocas palabras, las listas de reproducción que quería escuchar en mi reproductor portátil. Lo mismo sucedía con dvd’s de películas o conciertos en vivo.

Mis alumnos más jóvenes no entienden lo que hacía en ese entonces, y eso que no soy tan vieja. No comprenden el sentido que tenia para mi grabar en un cd una lista de reproducción, ya que ahora tan solo basta guardar en una nube (sin que sepan a ciencia cierta lo que eso significa) su selección musical o añadirla en su lista de spotify.

Existía un valor tremendo el compartirle a mis amigos los discos que grababa para ellos o para cualquier persona que entraba en mi vida. Regalar discos de selecciones personales era asunto serio: significaba que te daba la bienvenida a mi vida y estabas a punto de conocerme a profundidad.

Aun los cd’s no originales son un tesoro que cuido hasta hoy en día, por el tiempo que significó el conseguirlos. Cada mes, durante un lapso de tiempo de 5 o 6 años, visitaba Tepito con el dealer de discos que teníamos mis amigos y yo. Nos conseguía lo que fuera que pidiéramos. Desde el avangarde más extremo, hasta recomendaciones desconocidas que ahora agradezco profundamente.

Increíblemente, con la inmensidad que hoy representa el internet, muchos de esos álbumes no los he podido conseguir de forma virtual.

Pero ¿qué significa en la vida de un músico el cambio del formato físico al digital en la era de la hiperconectividad?

Ahora que lucho por realizar mi primera producción musical, estoy en un dilema que hace años no había contemplado. Cuando inicié a estudiar música, tenia muy claro que en el momento que pudiera editar algún álbum seria conceptual y que el arte del disco era igual de importante que el contenido musical. No es que esa idea ahora sea diferente, sino que me aterra que el público no acceda a esa parte del concepto de la misma forma, ya que la importancia de la música se esta descontextualizando del arte conceptual que sólo es visual, o al menos eso creemos. Actualmente el concepto visual que uno contemplaba en el librillo del cd, lo encontramos en los videos promocionales de las bandas, que ahora son la forma en la cual vendes le producto, con la ayuda de Youtube. Desde siempre la ganancia más fuerte para el músico moderno se refleja en las presentaciones en vivo, en las giras, ya que las grandes disqueras se quedan con el mayor porcentaje de las ventas de los discos. Es por esa razón que a principios de los 2000’s, existió una ola de disqueras independientes en las cuales los músicos encontraron refugio y mayor sentido de control sobre su producto y con el cual el termino “indie” se hizo un género musical formado de diversos sonidos y a la vez, de géneros dentro del género. Un ejemplo a escala mainstream son los últimos álbumes de Beyonce o Rosalía. Lo mismo sucede con bandas potentes como Leprous o el mismo Devin Townsend, por mencionar algunos. No podemos negar que desde los noventas existían ya personalidades que veían venir la transición, y un gran ejemplo de ello es la islandesa Björk, basta con observar los cambios que ha tenido su página web año con año, la forma de vender cada uno de sus productos, de sacar el mayor provecho del mercado, aunado a la imagen conceptual de cada álbum, de cada persona con la cual se reúne para trabajar cada concepto. Björk es un muy buen ejemplo de lo que ahora llamamos Hype, elemento que ella lo ha sabido manipular muy bien desde hace casi 30 años, y le ha resultado en una fortuna millonaria.

Imagen por: promocionmusical.es

Patrik Wikström (Queensland University of Technology, Brisbane, Australia) menciona que “En 1999 la industria global de la música grabada llevaba más de un cuarto de siglo disfrutando de un largo periodo de expansión. En 1974 se habían vendido aproximadamente 1.000 millones de discos en todo el mundo y cuando terminó el siglo esta cifra se había más que triplicado. A finales de la década de 1990 los directivos de las discográficas tenían la moral muy alta y muy pocos en la industria musical sospechaban entonces que un grupo de hackers adolescentes, encabezados por Shawn Fanning (entonces estudiante en la Universidad Northeastern de Boston, Estados Unidos), iban a desencadenar el turbulento proceso que ha terminado por socavar los cimientos del sector. Shawn Fanning creó y lanzó un servicio de archivos compartidos llamado Napster que permitía a los usuarios descargarse y compartir música sin ninguna compensación para los propietarios de los derechos. Napster fue demandada de inmediato por la industria musical y obligada a interrumpir su servicio. Pero al instante toda una serie de servicios cada vez más sofisticados tomaron el relevo. Los métodos agresivos, tanto legales como técnicos, utilizados por la industria musical tradicional para detener la onda expansiva de los servicios de piratería online como Napster, Kazaa, LimeWire, Grokster, DC++ y The Pirate Bay fueron inútiles. En cuanto un servicio de archivos compartidos era llevado a los tribunales y obligado a cesar sus operaciones, aparecían otros que ocupaban su lugar. A finales de 2013 las ventas de música en soporte físico (es decir, casetes, CD, vinilos) medidas en unidades habían caído hasta regresar a las cifras relativamente bajas de principios de la década de 1970. Esta vertiginosa transformación de la industria musical es un ejemplo clásico de cómo una innovación puede trastocar toda una industria y hacer obsoletas sus capacidades. El poder y la influencia de la industria musical anterior a internet se basaban fundamentalmente en el control de la distribución física. Internet ha vuelto cada vez más irrelevante la distribución musical física y las principales compañías afectadas han tenido que redefinirse para sobrevivir. En este artículo examinaré el impacto de internet en la industria musical y el estado actual de dicho sector en la era de la distribución digital.”

Lo vemos a diario: si queremos ver una película nos conectamos a Netflix. Si queremos escuchar música entramos a Youtube o a Itunes, Spotify, etc. Las redes sociales las utilizamos como el diario personal en el cual hacemos público lo que vemos, comemos, escuchamos, quienes intentamos ser. Para el músico actual eso debería significar una ventaja, el mismo cliente hace por ti la publicidad. Sin embargo, hay que ser lo bastante suspicaces para saber como llegar al espectador para que la música siga teniendo el impacto principal, que ese sea el mensaje y no lo que gira a su alrededor. Es menos común que los álbumes se escuchen por completo, ya que con el streaming, estamos, de alguna forma, regresando a esos tiempos en los que solo consumías lo que te gustaba, como cuando nuestros padres o abuelos solo compraban el sencillo en acetato de su artista preferido y no el álbum completo.

El reto para las personas se encontrará no en el medio, sino en la autenticidad de la comunicación humana. Hablar de una comunicación auténtica refiere a que seamos capaces de expresar nuestra verdad y a escuchar la verdad de los otros, significa un progreso hacia el respeto por la forma en que el yo y los otros perciben la realidad de las cosas.

Si bien el mundo virtual nos quita horas de atención a lo verdaderamente importante, esta en cada individuo decidir como quiere comunicarse de forma efectiva y real. Lo que no es autentico o genuino se ve expuesto de inmediato, queramos aceptarlo o no. Para el músico verdadero, ésta debe ser una herramienta utilizada inteligentemente, para que su producto tenga una potencial forma de expansión y no clavándose en lo que se diga de él o de como se ve su producto. La imagen se crea a partir de cómo se expone. El uso eficiente y estratégico de las redes sociales puede salvarte a ti y a tu creación; recuerda que, si tú no lo haces, alguien más lo hará por ti.

Seguiré atesorando el formato físico. Sigo consumiéndolo cuando es posible y el resurgimiento del vinilo es la más grande prueba de ello. Extraño esa parte en la que se presta atención al álbum como concepto, sin brincar de una pista a otra. Sin embargo, sería hipócrita de mi parte no aceptar lo cómodo que me resulta cada mañana poner mi selección y transmitirla desde el móvil hasta mi bocina 360º dentro de la ducha, conectada a través de bluetooth, a la hora del baño y pedirle a Alexa que apague las luces sin necesidad de pararme del sofá.

Y ustedes ¿Qué ventajas le dan a la era digital musical?

P.D. Los odio, comerciales de Youtube.

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Kar Lóprec

Musician, journalist. Everything about the soundscapes.